Cuando los Juegos Divertidos no tienen que ver con el Amor

No soy una crítica cinematográfica, soy una fanática del cine que decidió escribir sus pareceres en un blog. Quizás sea la manera más cómoda de hacerlo, como si conversara con amigos, y dentro de mis comentarios siempre hay links a verdaderas críticas cinematográficas.
Michael Haneke me atrae con su cine frío, tosco, brutal y lleno de maravillas. Fue una casualidad que apreciara en dos días seguidos sus obras.

Funny Games (2007) y Amour (2012)Cuando ya has visto La pianista (2001)entro en el mundo de Funny Games y sigo atrapada por Haneke. Con Amour en sus comienzos llegué a pensar “¿Voy a mirar una película de dos horas sobre un hombre acompañando a su mujer en el cruel camino de la enfermedad y la muerte?. Y sí, lo hice. Si me imitan no se arrepentirán. Me fascina la crudeza de Haneke, de cómo trasmite que todo ser humano tiene algo que ocultar a la mirada de su comunidad, de cómo las cosas son más brutales de las que nos quisieron hacer creer nuestros padres.
“A la gente buena le pasan cosas malas y a la gente mala le pasan cosas buenas. Nadie sabe bien por qué sucede pero es así” (Les juro que es de una de las tantas películas que he visto y no logro acordarme de cuál).

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