Diez frases de Billy Wilder

 


Caricatura by Javier Richard

No tengo tiempo para considerarme un inmortal del arte. Hago películas sólo para entretener a la gente y las hago tan honradamente como puedo.


He vivido la época en que se temió que el cine fuera desplazado por la televisión, pero yo no he compartido ese miedo porque sé que la radio y los discos no pueden destruir la ópera. La televisión no puede acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oír las risas de otras personas.


Los productores, excepto los grandes, son aquéllos que, como no sabían escribir, no sabían dirigir, no sabían actuar, no sabían componer..., acaban por estar a la cabeza de todo.


Lo más importante es tener un buen guión. Los cineastas no son alquimistas; no se puede convertir una mierda de gallina en chocolate.


Hay algo sorprendente: cuando reflexiono sobre todas mis películas, me llama la atención que, en las épocas en que estuve deprimido hice comedias. Y cuando me sentía feliz, rodé temas más bien trágicos. Quizás intente inconscientemente compensar cada uno de mis estados de ánimo.


He hecho películas que a mí me hubiera gustado ver. Y yo sólo quiero ver películas que me entretengan.


Normalmente, cuando te encuentras con una persona que parece insignificante y que no llama la atención se dice: detrás de esa fachada, hay más de lo que parece.
 En mi caso sucede lo contrario: detrás de mi apariencia hay menos de lo que parece.

Si hay algo que odio más que no ser tomado en serio es ser tomado demasiado en serio.


Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos... y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones.


Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo.

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