El Nanni en modo memories

 

                                                       

La película intercala dos líneas narrativas y a través de ellas vemos la realidad y la ficción, el presente y el pasado, las amarguras por las utopías nunca alcanzadas como director de cine y también como ciudadano italiano. Por un lado, la vida de Giovanni (Nanni Moretti), director de cine contemporáneo. Por el otro, las escenas de la película que está rodando, ambientada en un barrio obrero romano en los ‘50. Ahí retrata la relación entre el jefe local del Partido Comunista Italiano (un gran tirón de orejas, que cerró filas frente al papelón que estaba haciendo la URSS) y una militante, quienes organizan la visita de un circo húngaro, justo cuando en Hungría estalla la revolución anti soviética de 1956. 

Se puede asegurar que es una carta de amor al cine, observando los avatares por los que debe pasar para sacar adelante su película. También hay un análisis psicoanalítico y hasta filosófico sobre los filmes "taquilleros". La esposa del director (Marguerita Buy) es su asistente de dirección pero también de una película de acción, muy actual, con balas, sangre, persecuciones y Giovanni observa con estupor el producto. Hay una secuencia donde detiene la filmación para realizar observaciones, trayendo especialistas (muy Woody Allen) para hablar sobre la escena en cuestión.

La esposa lo quiere dejar, la hija no lo comprende y está enamorada del embajador polaco en Italia (guiño, guiño) mucho mayor que ella. Su productor francés (Mathieu Amalric) está en la quiebra y debe salir a buscar dinero. Imperdible la entrevista con la gente de Netflix que tiene para este fin, dónde expone las diferencias con los streaming de esta época. ¿Y con quienes consigue el apoyo económico? La respuesta no los sorprenderá.

Observamos los entretelones de un set de cine, en mi mente volviendo a "La noche americana" de Truffaut, viendo surgir personajes y situaciones que llevan de la risa a las lágrimas. 

La música juega un gran papel, aunque en lo personal no es siempre de mi agrado. Hay coreografías de bailes donde menos te lo esperas, música y viejas canciones italianas. Notable el final donde antes de pasar los créditos de todos los que intervienen en la película, la cámara los muestra rostro por rostro formando parte de un desfile circense. Gran acto de respeto y cariño a todo el equipo.

Moretti se saca las ganas y con ganas, su trayectoria se lo permite.



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